Cogito Ergo Sum –
Pienso, luego existo
René Descartes
La existencia. La potente palabra
que nos lleva a cuestionarnos hasta nuestros más fuertes pensamientos y
cimientos. Todas las personas, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos
cuestionado nuestra existencia. ¿Cómo sé realmente que yo existo y no soy
producto de la imaginación de alguien más?
De acuerdo a René Descartes en su
famoso “Discurso del método” el cual posteriormente se convirtió en el elemento
fundamental del racionalismo occidental, reflexiona acerca de su existencia.
Manifiesta que no nos podemos dejar llevar por nuestros sentidos y menos
confiar en ellos, ya que muchas veces nos van a dirigir a deducciones erróneas.
Todos los pensamientos que se nos presentan estando despiertos, también podrían
ocurrírsenos estando durmiendo, entonces no tengo cómo saber si mis
pensamientos son verdaderos o no. Pero lo que sí se puede inferir es que al ser
el ente inconmovible, puedo soñar todo lo que veo pero aun así yo existo. En
consecuencia, el pensamiento sale de un punto llamado yo.
Así entonces, el “yo pienso,
luego existo” ha sido básico para el avance del pensar racional a partir del
siglo XVII. La duda llega al límite de dudar de mí mismo. Si yo dudo de mí
mismo, ¿por qué no puedo dudar de los demás? Y esta es la consecuencia y el
desarrollo del pensamiento de Descartes, dudar de todo con la finalidad de
encontrar la verdad. Nada hay que, aquello que veo sea verdadero, pero si
aquello que veo claro, es verdad. Puedo ver algo claro y distintivo cuando está
fuera de duda.
Por otra parte, nuestro ego es
principalmente inconsciente, por lo que la existencia del yo acontece incluso
antes del pensar del yo. Somos, según Descartes, una sustancia cuya esencia y
naturaleza toda es pensar, y no necesitamos ni dependemos de algo material.
Analizó la relación entre mente y cuerpo: Mas si nuestra alma fuera enteramente
diferente del cuerpo, ésta no dejaría de ser lo que es.
Somos lo que somos debido a que
pensamos. Por lo tanto hacemos “existir” las cosas de nuestro alrededor debido
a que pensamos en ellas. En una isla desierta se cae un coco de un palmera,
nadie nunca lo vio, ni escuchó, es como si nunca hubiera ocurrido por lo que no
existe hasta que lo cuento, te lo imaginas, y piensas en ese coco. Somos
creadores y, a la vez, creaciones mentales de la mente infinita, y al pensar
tenemos una única certeza inamovible: Existir
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